martes, 17 de junio de 2014


VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA
JULIO VERNE


Capítulo I

El domingo 24 de mayo de 1863, mi tío, el profesor Lidenbrock, regresó precipitadamente a su casa, situada en el número 19 de la König-strasse, una de las calles más antiguas del barrio viejo de Hamburgo.
Marta, su excelente criada, se azaró de un modo extraordinario, creyendo que se había retrasado, pues apenas si empezaba a cocer la comida en el hornillo.
“Bueno” pensé para mí, “si mi tío viene con hambre, se va a armar la de San Quintín porque dificulto que haya un hombre de menos paciencia.”
—¡Tan temprano y ya está aquí el señor Lidenbrock! —exclamó la pobre Marta, llena de estupefacción, entreabriendo la puerta del comedor.
—Sí, Marta; pero tú no tienes la culpa de que la comida no esté lista todavía, porque aún no son las dos. Acaba de dar la media en San Miguel.
—¿Y por qué ha venido tan pronto el señor Lidenbrock?
—Él nos lo explicará, probablemente.
—¡Ahí viene! Yo me escapo. Señor Axel, hágale entrar en razón.
Y la excelente Marta se marchó presurosa a su laboratorio culinario, quedándome yo solo.
Pero, como mi carácter tímido no es el más a propósito para hacer entrar en razón al más irascible de todos los catedráticos, me disponía a retirarme prudentemente a la pequeña habitación del piso alto que me servía de dormitorio, cuando giró sobre sus goznes la puerta de la calle, crujió la escalera de madera bajo el peso de sus pies fenomenales, y el dueño de la casa atravesó el comedor, entrando presuroso en su despacho, colocando, al pasar, el pesado bastón en un rincón, arrojando el mal cepillado sombrero encima de la mesa, y diciéndome con tono imperioso:
—¡Ven, Axel!
No había tenido aún tiempo material de moverme, cuando me gritó el profesor con acento descompuesto:
—Pero, ¿qué haces que no estás aquí ya?
Y me precipité en el despacho de mi irascible maestro. Otto Lidenbrock no es mala persona, lo confieso ingenuamente; pero, como no cambie mucho, lo cual creo improbable, morirá siendo el más original e impaciente de los hombres.
Era profesor del Johannaeum, donde explicaba la cátedra de mineralogía, enfureciéndose, por regla general, una o dos veces en cada clase. Y no porque le preocupase el deseo de tener discípulos aplicados, ni el grado de atención que éstos prestasen a sus explicaciones, ni el éxito que como consecuencia de ella, pudiesen obtener en sus estudios; semejantes detalles le tenían sin cuidado. Enseñaba subjuntivamente, según una expresión de la filosofía alemana; enseñaba para él, y no para los otros. Era un sabio egoísta; un pozo de ciencia cuya polea rechinaba cuando de él se quería sacar algo. Era, en una palabra, un avaro.
En Alemania hay algunos profesores de este género.
Mi tío no gozaba, por desgracia, de una gran facilidad de palabra, por lo menos cuando se expresaba en público, lo cual, para un orador, constituye un defecto lamentable. En sus explicaciones en el Johannaeum, se detenía a lo mejor luchando con un recalcitrante vocablo que no quería salir de sus labios; con una de esas palabras que se resisten, se hinchan y acaban por ser expelidas bajo la forma de un taco, siendo éste el origen de su cólera.
Hay en mineralogía muchas denominaciones, semigriegas, semilatinas, difíciles de pronunciar; nombres rudos que desollarían los labios de un poeta. No quiero hablar oral de esta ciencia; lejos de mí profanación semejante. Pero cuando se trata de las cristalizaciones romboédricas, de las resinas retinasfálticas, de las selenitas, de las tungstitas, de los molibdatos de plomo, de los tunsatatos de magnesio y de los titanatos de circonio, bien se puede perdonar a la lengua más expedita que tropiece y se haga un lío.
En la ciudad era conocido de todos este bien disculpable defecto de mi tío, que muchos desahogados aprovechaban para burlarse de él, cosa que le exasperaba en extremo; y su furor era causa de que arreciasen las risas, lo cual es de muy mal gusto hasta en la misma Alemania. Y si bien es muy cierto que contaba siempre con gran número de oyentes en su aula, no lo es menos que la mayoría de ellos iban sólo a divertirse a costa del catedrático.
Como quiera que sea, no me cansaré de repetir que mi tío era un verdadero sabio. Aun cuando rompía muchas veces las muestras de minerales por tratarlos sin el debido cuidado, unía al genio del geólogo la perspicacia del mineralogista. Con el martillo, el punzón, la brújula, el soplete y el frasco de ácido nítrico en las manos, no tenía rival. Por su modo de romperse, su aspecto y su dureza, por su fusibilidad y sonido, por su olor y su sabor, clasificaba sin titubear un mineral cualquiera entre las seiscientas especies conque en la actualidad cuenta la ciencia.
Por eso el nombre de Lidenbrock gozaba de gran predicamento en los gimnasios y asociaciones nacionales. Humphry Davy, de Humboldt y los capitanes Franklin y Sabine no dejaban de visitarle a su paso por Hamburgo. Becquerel, Ebejmen, Brewster, Dumas y Milne-Edwards solían consultarle las cuestiones más palpitantes de la química. Esta ciencia le era deudora de magníficos descubrimientos, y, en 1853, había aparecido en Leipzig un Tratado de Cristalografía Trascendental, por el profesor Otto Lidenbrock, obra en folio, ilustrada con numerosos grabados, que no llegó, sin embargo, a cubrir los gastos de su impresión.
Además de lo dicho era mi tío conservador del museo mineralógico del señor Struve, embajador de Rusia, preciosa colección que gozaba de merecida y justa fama en Europa.
Tal era el personaje que con tanta impaciencia me llamaba. Imaginaos un hombre alto, delgado, con una salud de hierro y un aspecto juvenil que le hacía aparentar diez años menos de los cincuenta que contaba. Sus grandes ojos giraban sin cesar detrás de sus amplias gafas; su larga y afilada nariz parecía una lámina de acero; los que le perseguían con sus burlas decían que estaba imanada y que atraía las limaduras de hierro. Calumnia vil, sin embargo, pues sólo atraía al tabaco, aunque en gran abundancia, dicho sea en honor de la verdad.
Cuando haya dicho que mi tío caminaba a pasos matemáticamente iguales, que medía cada uno media toesa[1] de longitud, y añadido que siempre lo hacía con los puños sólidamente apretados, señal de su impetuoso carácter, lo conocerá lo bastante el lector para no desear su compañía.
Vivía en su modesta casita de König-strasse, en cuya construcción entraban por partes iguales la madera y el ladrillo, y que daba a uno de esos canales tortuosos que cruzan el barrio más antiguo de Hamburgo, felizmente respetado por el incendio de 1842.
Cierto que la tal casa estaba un poco inclinada y amenazaba con su vientre a los transeúntes; que tenía el techo caído sobre la oreja, como las gorras de los estudiantes de Tugendbund; que la verticalidad de sus líneas no era lo más perfecta; pero se mantenía firme gracias a un olmo secular y vigoroso en que se apoyaba la fachada, y que al cubrirse de hojas, llegada la primavera, la remozaba con un alegre verdor.
Mi tío, para profesor alemán, no dejaba de ser rico. La casa y cuanto encerraba, eran de su propiedad. En ella compartíamos con él la vida su ahijada Graüben, una joven curlandesa de diecisiete años de edad, la criada Marta y yo, que, en mi doble calidad de huérfano y sobrino, le ayudaba a preparar sus experimentos.
Confieso que me dediqué con gran entusiasmo a las ciencias mineralógicas; por mis venas circulaba sangre de mineralogista y no me aburría jamás en compañía de mis valiosos pedruscos.
En resumen, que vivía feliz en la casita de la König-strasse, a pesar del carácter impaciente de su propietario porque éste, independientemente de sus maneras brutales, me profesaba gran afecto. Pero su gran impaciencia no le permitía aguardar, y trataba de caminar más aprisa que la misma naturaleza.
En abril, cuando plantaba en los potes de loza de su salón pies de reseda o de convólvulos, iba todas las mañanas a tirarles de las hojas para acelerar su crecimiento.
Con tan original personaje, no tenía más remedio que obedecer ciegamente; y por eso acudía presuroso a su despacho.









                                                               datos personales 
soy juan jesus nieto martinez tengo 17 años naci un 07 de septiembre de 1996 en la ciudad de mexicali estoy 
cursando la carrera de electromecanica industrial en la preparatoria conalep mexicali 1 ubicado en el ejido puebla











biografía 
Jules Gabriel Verne (Nantes, 8 de febrero de 1828 — Amiens, 24 de marzo de 1905), conocido en los países de lengua española como Julio Verne, fue un escritor, poeta y dramaturgo francés célebre por sus novelas de aventurasy por su profunda influencia en el género literario de la ciencia ficción.
Nacido en el seno de una familia burguesa en la ciudad portuaria de Nantes, Verne recibió formación para continuar los pasos de su padre como abogado, pero muy joven decidió abandonar ese camino para dedicarse a escribir. Su colaboración con el editor Pierre-Jules Hetzel dio como fruto la creación de Viajes extraordinarios, una popular serie de novelas de aventuras escrupulosamente documentadas y visionarias entre las que se incluían las famosas Viaje al centro de la TierraVeinte mil leguas de viaje submarino y La vuelta al mundo en ochenta días.
Julio Verne es uno de los más importantes escritores de Francia y de toda Europa gracias a la evidente influencia de sus libros en la literatura vanguardista y el surrealismo,[1] y desde 1979 es el segundo autor más traducido en el mundo, después de Agatha Christie.[2] Es considerado, junto con H. G. Wells, «El padre de la ciencia ficción».[3] Fue condecorado con la Legión de Honor por sus aportes a la educación y a la ciencia.[4]

Nació en la isla de Feydem en Nantes, Francia el 8 de febrero de 1828. Era el mayor de los cinco hijos que tuvo el matrimonio formado por Pierre Verne, que procedía de una familia vinculada a la jurisprudencia (su abuelo fue consejero notario de Luis XV y presidente del Colegio de Abogados de Nantes), y de Sophie Allotte de la Fuÿe, perteneciente a una familia de militares. Su hermano Paul nació un año después de él, y sus tres hermanas, años más tarde: Anna, en 1837; Mathilde, en 1839, y Marie, en 1842. En 1839 ingresa en el colegio Saint-Stanislas donde demuestra su talento en geografía, griego, latín y canto. Cuando terminó su primer ciclo de estudios su padre, Pierre Verne, le regaló a él y a su hermano, Paul, unfoque de vela con el que planearon descender por el Loira hasta el mar; sin embargo, Julio declinó al momento de emprender la aventura ya que no había sido suficiente la planificación del viaje.
Muchos biógrafos afirman que en 1839, a los once años, se escapó de casa para ser grumete en un mercante que viajaba a India llamado Coralie, con la intención de comprar un collar de perlas para su prima Caroline (de quien estaba enamorado), pero su padre alcanzó el barco y bajó a Julio. Y desde allí empezó a escribir historias, pero realmente el interés por escribir se le da cuando una maestra le cuenta anécdotas de su marido marinero. Verne estaba interesado en la poesía y la ciencia. Leía y coleccionaba artículos científicos, demostrando una curiosidad casi enfermiza que le duraría toda la vida. En 1846 regresa del Liceo Real de Nantes con un alto promedio; probablemente gana un premio de geografía. Comienza a escribir prosa.
En 1847 comenzó sus estudios de derecho en París. Su prima Caroline se compromete. Escribe una obra de teatro: Alejandro VI. En 1848 fue introducido por su tío Châteaubourg en los círculos literarios, donde conoció a los Dumas, padre e hijo; el primero tendrá gran influencia personal y literaria en Verne. En 1849 se recibe de abogado y su padre le permite permanecer en París. Sigue escribiendo teatro. Su padre quiso que se dedicara a su carrera de abogacía, pero él no estaba por la labor y su padre, enfadado con él, dejó de financiarle. Además, todos sus ahorros los gastó en libros y pasó largas horas en las bibliotecas de París queriendo saberlo todo. A Verne apenas le alcanzaba para comer, lo que le ocasionó tantos trastornos digestivos (ocasionándole desarreglos estomacales e incontinencia fecal) como trastornos nerviosos que acabarían por desfigurarle la cara y parálisis facial.
  • su nacionalidad es francesa 
  • libros que escribió 
  • viajes extraordinarios 
  • viaje al centro de la tierra 
  • veinte mil lenguas de viaje submarino
  • la vuelta al mundo en ochenta días








           RESUMEN
Capítulo I.- El profesor Lindenbrock, Marta, Graüben y yo Axel vivíamos en la misma casa tranquilamente hasta que un día el profesor llegó con un libro muy antiguo y se encerró en su despacho, después de un rato me pidió que entrara y me enseñó un libro del famoso sabio del siglo XVI Arne Saknussemm así que pasamos dos días completos sin comer ni dormir tratando de descifrar un extraño papel que cayó del libro cuando me lo mostró; el papel tenía unas instrucciones que aparentemente narraban la forma de llegar al centro de la Tierra, así que mi tío se entusiasmo dé tal manera que me aviso que saldríamos a realizar aquel viaje al cabo de 3 días. Decidí salir a buscar a Graüben a ver si lograba hacer entrar en razón a mi tío a lo que ella me dijo que estaba totalmente de acuerdo conque fuera a ese viaje.

Capítulo II.- Esa noche casi no pude dormir, al día siguiente me encontré con la sorpresa de que el profesor había empezado a preparar las maletas y toda la casa estaba llena de cuerdas, antorchas, cantimploras y cosas así. El día llegó y no me quedó otro remedio más que la resignación aunque no estuviera de acuerdo me despedí de todos pensando que sería la última vez que los vería y abracé fuertemente a Graüben ella solo me dijo que ahora yo dejaba a mi novia pero que al regreso encontraría a mi mujer. 

Capítulo III.-  Emprendimos nuestro viaje y llegamos al lugar indicado así que nos contactamos con un ex-colega de mi tío, él nos presentó a un guía llamado Hans ya que el no podía acompañarnos claro que no le dijimos nuestras verdaderas intenciones, nos encaminamos a un volcan llamado Sneffels cabalgamos y después continuamos a pie tuvimos que pasar muchos peligros a 1600 metros de altura; a las 11 de la noche llegamos a la cima y al día siguiente comenzamos el descenso hasta ese momento fue cuando me di cuenta que lo de entrar en el volcan era verdadero, aunque en el fondo de mi corazón tenía la esperanza de que el profesor desistiera.  

Capítulo IV.- Mi tío decidió entrar a una galería en donde no encontramos más que un callejón si salida, por la desesperación Hans golpeó unas rocas y de ahí brotó un manantial de agua dulce, después me perdí en una de las tantas galerías que había por alrededor de 4 días, gracias a un abismo en el que caí me reencontré con Has y con el profesor; cuando desperté luego de un día entero de estar durmiendo creí que estaba alucinando ya que sentía el sol y escuchaba las olas del mar, mi tío me explicó que no estaba alucinando si no que eso era lo que habíamos encontrado: una playa.  

Capítulo V.- Finalmente pude ver un inmenso mar, caminamos un poco por la playa y encontramos una enorme selva de hongos; luego Hans comenzó a construir una balsa ya que el profesor creía que del otro lado del mar encontraríamos donde seguir descendiendo.

Capítulo VI.- Luego de un rato de estar navegando nos encontramos con unos gigantescos animales cocodrilos, marsopas, serpientes, etc. Gracias al cielo salimos sanos y salvos pero no por mucho tiempo ya que una monstruosa bola de fuego casi nos vuela la cabeza, y una tormenta nos atrapó por varios días hasta que conseguimos llegar de nuevo a la playa y ahí encontramos un cuchillo que perteneció a Arne Saknussemm, más adelante en una cueva vimos unas iniciales grabadas con las iniciales A.S. sin embargo la cueva estaba truncada por una piedra de granito demasiado grande así que no quedó otro remedio que volarla con pólvora.

Capítulo VII.- Al hacer volar la roca todo se oscureció ya que creo que al estallar la roca abrió un enorme abismo que nos estaba succionando junto con todo el mar y la balsa. De pronto no encontramos en un lugar donde según el profesor era el interior de un volcán ya que a nuestro alrededor había ríos de lava y hacia un calor demasiado asfixiante así que tuvimos que quitarnos casi toda la ropa y para colmo de males nos habíamos quedado sin comida.

Capítulo VIII.- Repentinamente salimos disparados y cuando recobre la conciencia nos encontrábamos en la cima de un valle verde lleno de vegetación, de frutas y de agua cristalina.  Según nuestros cálculos no encontrábamos en el mar mediterráneo sin poder explicarnos como, exactamente en la isla de Stromboli. Más tarde nos dirigimos hacia el puerto con la historia de que éramos náufragos.

Capítulo IX.- Después de varios días por fin pudimos llegar a nuestra amada casa y yo pude volver a mi querida Graüben lo cual me llenó de alegría. Gracias a la indiscreción de Marta todo el mundo sabía lo de nuestro viaje aunque no lo creían, pero al ver a Hans y por los reportes de Islandia se dieron cuenta que era verdad así que a mi tío le dieron un gran reconocimiento y ofrecieron una gran cena en nuestro honor. Sin embargo el profesor no estaba satisfecho ya que nuestra brújula se encontraba sin razón alguna con los polos invertidos, hasta que un día logra resolver ese gran misterio gracias a la gran bola de fuego que había imantado todo la brújula no marcaba los polos opuestos y solo así mi querido tío pudo ser feliz.












 palabras no entendidas 
  • cantimploras . es una palabra de origen frances que ase referencia a una cantinflora que sirve para almacenar agua fresca para cuando se asen viajes largos 
  • manantial.  es una reserva de agua limpia y libre de algun contaminante que se encuentra en areas rodeadas de poca  luz y estan rodeadas de piedraas o se encuentran en cuevas
  • marsopa .Mamífero marino parecido al delfín, pero de unos 2 m de largo y cuerpo más grueso, negro en el dorso y blanco rosáceo en el vientre, con la cabeza redondeada, el hocico corto y una aleta dorsal triangular.
  • naufragos . es cuando una opersona se pierde en el mar y no sabe donde se encuentra es naufragio
  • abismo . agujero negro que no tiene fondo devido a la oscuridad que hay 
  • balsa. una embarcacion pequeña que navega en el mar





                                                final alternativo 

volvieron  aviejar porque les esperaban mas cosas por descubrir el y la muchacha tuvieron una familia con muchos hijos ellos cada bes que miraban a su  papa querían que les contara la historia y los niños le decían que querían viajar como el a descubrir cosas nuevas u otros lugares escondidos  





[1] Toesa: Cierta medida antigua francesa de longitud equivalente a unos dos metros. (El Trauko)